10 de marzo de 2006

Sabor a ti


A veces la prisa no deja disfrutar los sabores de la vida, porque es difícil clasificar los sabores que tienen algunos momentos, algunas sensaciones. El placer de un sabor se centra no sólo en el paladar, sino que en toda la piel.
Siento que he recuperado la capacidad de deleitarme con el deseo, la pasión o el enojo, por amargo que pueda parecer a veces.
Me he dado el tiempo de saborear su mirada, por interminables horas, esa mirada que tiene sabor dulce la mayor parte del tiempo, y que me provoca retenerla hasta que los nervios no me dejan.
Puedo distinguir el sabor de sus besos- al cuál me hice adicta- sabor que necesito en todos los momentos del día y de la noche. Desde el primer beso, mis labios ansían tener ese gusto que me sacude cada vez que lo encuentro.
Me complace recibir el sabor de su cuerpo, lentamente. Mis labios buscan apoderarse del sabor de su piel -que sabe distinto en cada rincón- comenzando al rededor de su boca, de su cuello para seguir dando vueltas plenamente en él.
Mi cuerpo se estremece con el sabor de sus manos, que recorren cada parte de mi descubriendo nuevos sabores. Mi cuerpo se entorpece por tanta ansiedad de capturarlo y saborearlo en cada instante.
Me gusta sentir el sabor dulce de cada abrazo, acompañado de la melodía de nuestros suspiros.
Ya no quiero más esas prisas que dejan algo inconclusa la degustación de sus sabores, lujuriosos sabores y sensaciones que me producen un placer que quiero seguir disfrutando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi restaurant favorito cerró...pero parece que sólo yo tengo prohibida la entrada. Mientras, cocino y todo me queda amargo, no tengo ganas de buscar nuevos aliños, solo me queda pensar en lo mucho que disfrutaba el postre.