Vagabundo y Mendigo
Pasaba casi todos los días frente a sus ojos, a paso lento y a veces decidido, ella lo observaba a distancia y lo dejaba pasar, le inquietaba su forma, le atraía su ser.
Un atardecer, de esos tibios aún, lo vio venir y su rostro dibujo una sonrisa, casi imperceptible, como una mueca y como casi todos los días su mirada quedó atrapada en su caminar. Él caminaba menos decidido que nunca, a pasos muy lentos, como si le pesara la vida, como si el tiempo no importara. Un atardecer, él levantó la vista y se cruzó con su mirada, ella la aprehendió por unos instantes y advirtió que tenía la arrogancia del sol y una mirada cándida, se preguntó si tendría corazón de poeta.
Pasó el tiempo y ella lo esperaba venir en la misma calle de siempre, él levantaba la vista a lo lejos y sostenían sus miradas y sonrisas hasta que sus labios se encontraban. Se tomaban las manos y caminaban, a veces decidios, a veces él se perdía, pero su mano siempre tomaba con fuerza la de ella, sentía que si la dejaba se caía.
Ella aprendió de su piel fría y descubrió que sus palabras podían tener calor y frío, que era capaz de amar con delirio. Y lo fue amando, a través de las calles, en ese espacio que se construyeron, y cuando él se hundía en la tristeza, ella recordaba esos consejos que escuchó alguna vez a la luz de la chimenea, esos que le explicaban sobre las desdichas de enamorarse de un hombre con corazón de poeta, de niño hombre y de hombre niño.
Él le enseñó a ver las estrellas, a soñar cosas bellas, y aprendió a disimular cuando la tristeza lo vencía y si algún atardecer se perdía, volvía apresurado a encontrarla, porque su piel la necesitaba, porque su piel de nieve se hace fuego cerca de ella.
Y así lo ha conocido, y así le gusta a ella que sea, que tenga el corazón de poeta.
El otro día escuché la canción “corazón de Poeta” y me recordó a mi abuela reprochándole a madre su amor por un hombre con corazón de poeta y a ella asegurándole que no podría haber sido de otro modo.
3 comentarios:
así pasa con los poetas, los artistas...
cariños...
así pasa con los poetas, los artistas...
cariños...
Ocho? Pero, cómo? Sí, ocho, un viaje maravilloso y una dulce sensación...
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