Estafé a Kevin
“Por favor, dime que sí. Por favor, no es para mí,
es para que volemos al lugar que más quieras...”
Kevin apareció, entre gritos y aplausos, gratuitamente se ganó unos “mijito rico” – le queda mal eso- coreaba sus canciones mientras mi mano seguía el ritmo en su pierna. No en la de Kevin. Estaba guapísimo anoche, ese color le queda estupendo, tiene unas manos que saben hacer lo suyo, cuando baila se mueve de un modo que invita a tomarlo por la cintura, yo lo miraba con cara de boba. Mientras, Kevin nos dedicaba alguna frase de sus canciones, yo trataba de disimular y mirar al escenario para que Kevin no se ofendiera, creo que finalmente se dio cuenta que esta noche mi atención no estaba en su show, sino en el que tenía atrapadas mis manos.
Salimos al ritmo de la Falla de San Andrés, comentando lo bueno que había estado Kevin y sus músicos, seguimos tarareando mientras nuestras manos seguían el ritmo, mi mano derecha y su mano izquierda, haciendo música.